¿Qué pasa si comes uranio?

¿Qué pasa si comes uranio?

Si has comido patatas últimamente, probablemente hayas ingerido pequeñas cantidades de uranio.

Echa un vistazo la tabla periódica y verás muchas de las mismas palabras que aparecen en las etiquetas de alimentos de la FDA (Administración de alimentos y medicamentos) como potasio, hierro o calcio. Pero si miras más abajo, es probable que veas algo que se asocie más con noticias sobre acuerdos nucleares que con una caja de cereales para el desayuno: uranio.

No podrás evitar preguntarte: ¿qué pasa si como esto?

El uranio es un metal denso y débilmente radioactivo que se encuentra de forma natural en el suelo, rocas y agua. Después de extraer el uranio del suelo, los expertos manipulan sus tres isótopos para producir variaciones empobrecidas y enriquecidas; el primero es menos radiactivo y se usa para fabricar balas y armaduras, mientras que el segundo se usa en armas nucleares y plantas de energía.

Pero no tienes que trabajar en la fabricación de armas o en una planta nuclear para estar expuesto al uranio. De hecho, comer uranio es uno de los medios más comunes de exposición. Los cultivos como las patatas, zanahorias y los nabos se encuentran entre los alimentos más ricos en uranio de nuestra dieta, pero no son los únicos: según la Agencia de Protección Ambiental, las personas comen de 0,07 a 1,1 microgramos de uranio al día.

La buena noticia es que no tienes que dejar de comer hortalizas de raíz a corto plazo. El consumo diario de uranio no es suficiente para ser dañino, especialmente porque tu cuerpo tiene dificultades para absorber uranio tal y como es. Entre el 95 y el 99 % del uranio que ingerimos se excreta en las heces, y el 70 % del resto se expulsa por la orina en 24 horas. Una pequeña cantidad de uranio permanecerá en tus huesos durante meses o incluso años después de la ingestión, pero comer uranio es mucho menos tóxico que inhalarlo.

¿Qué pasaría si, en lugar de ser una traza en la comida de tu plato, el uranio fuera el plato principal?

Es probable que no te sorprendas al saber que comer grandes dosis de una sustancia radiactiva aumenta las probabilidades de desarrollar cáncer. Pero las preocupaciones a largo plazo sobre la exposición a la radiación son mínimas en comparación con los efectos inmediatos de la toxicidad química. El uranio se dirige principalmente a los riñones: el daño comienza a aparecer después de tomar 25 miligramos, mientras que la ingesta de más de 50 miligramos puede causar insuficiencia renal y la muerte. Además, estudios en ratas que ingieren uranio durante largos períodos de tiempo han mostrado cambios en la química cerebral.

Afortunadamente, aunque hay muchas razones para creer que el uranio es letal en dosis altas, no se conocen muertes humanas por «exposición oral» leve al uranio. Aun así, en lugar de comer una tarta amarilla hecha de uranio, es mejor que te quedes con el típico pastel cubierto con glaseado de chocolate.

 

Fuente: How Stuff Works

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